martes, diciembre 19, 2006

Cuestión de fatalidad (azar).

En los estrechos momentos de estación mental, donde la razón absoluta de la cuestión radica en infinidad de causalidades sin relación alguna. Me motiva de cierta manera a incursionar en las meditaciones de la “duda alguna”. Se podría decir que en cada entonación, una manera recurrente de infringir el destello de la nada engendrada en un sistema de dudas. Que por razones menos probables se encuaderna de manera perfecta. Invade entonces aquella sensación de no tener conocimientos adecuados en la orden de la orientación. Son antiguas las civilizaciones que aun debatían el poder azaroso del sacrificio. Hoy hablamos de sacrificios y santidades ya perdidas en complejos edipicos no declarados. Así vuelve el RAYE, no tan individual sino corpóreo en su esencia de par, en su matiz de tácito. Tan entre dicho que contradice ese canon que se busca implementar el absoluto. Safarse de esta mención de raye, termina por obstruir el sentido general. Aquel vació de mucha tinta derramada, café tomado y bailes secretos. Que se expande dentro del sentido otorgado, la mención de aquel juego universal. Los dados caen otra vez en direcciones que nunca hubieses percibido. Caen las caretas, la sofisticación, se es nulo de saber para solo sentir el maravilloso ajetreo del azar desmedido. Un incumplimiento, alguien se desvela en miradas pasadas, busca en rincones tenebrosos; la solicitud. Aquel agradecimiento inconforme que se alimenta de desgracias ajenas, muertes y en su razón pura de olvidos. Quien comprende lo que es dejado atrás de nuestros dados individuales o colectivos. Aquella forma de inhibición torturada que practicamos en lo llamado social. Y sin embargo se encuadran otros matices más hermosos y terribles, contagiados de sabores, olores y futuro. Solo unos pasos más, donde la conciencia se tiñe de sentimiento por un segundo. El absoluto error y el conflicto de aquel raye compartido. Mas se cae en el… menos libertad, menos razón, por un poco de aquel azar. La versión a consecuencia de nosotros mismos un parpadeo inicial, un alejamiento para ver el avergonzado trabajo de pocas horas después. Conocer al fin de más cerca aquel vació, raye, juego, osadía, frenesí de todos. Fatalidad.

2 comentarios:

sirag nabih dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
sirag nabih dijo...

vaya, que fracaso, por toquetear se me borró el comentario, bueno era algo así:


qué honor, estrenar los comentarios.

algunos textos muy interesantes, con menos sueño(s) volveré. lo que no me gustan son las imágenes, buscaré entre mis traumas infantiles, pero juraría que me dan miedo.

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