domingo, junio 25, 2006

Numeros y palabras para olvidar.

Un explorador de la vida se centra en estímulos difíciles a su entender. ¿Cuál es la gracia del exceso? Después de incontables preguntas a priori sobre el ser en si, su deformación de fenómeno y parafenomeno en la conciencia. Nos permite salir del camino de vez en vez. Con la contradicción de conocer ya esta en la sensatez de afrontar el real destino. El exceso es hoy mas que nunca una salida, a la razón absoluta. Esta que conmueve cada ámbito y no da pie al sobresalto, de los límites instintivos. La fomentación de este salto a lo irracional, conviene entablarlo sobre un alejamiento del instinto precursor. Saber y querer a veces no van juntos. Donde preferimos ahogar el sueño y la utopía de estar contagiados de ayeres sin la menor trascendencia. La nota es compleja en su verbo raíz: Querer. Las circunstancias no hablan de enlaces, entonces el ser experto en al mesura. Se degrada con los placeres vanos en consistencia. Razón para destruir cualquier estancamiento de la misma. Sin olvidar el método del raye, que no usa aplicativos que van por mas. Limites de este frenesí, son considerados moderadores nocturnos. ¿Qué frena entonces el disfrute? La conciencia en si, que permite cognocer la realización en planos reales, de la subordinación al instinto. Instinto que es creador de su propia conciencia. El enfrentamiento con la posición real, nos contrapone a esta conciencia de instinto con la de la razón. Es relativo en el suceder, pero su estancamiento no permite la nueva creación de dioses superiores a la razón. Desplazar el sin sabor de un momento inoportuno, se tiraniza como nueva utopía realizable. Es decir que llega al momento real de realización sin contemplar el espacio de donde viene, ni su historia pasada. Ahora en relación a dos cosas, en primer lugar los números y en segundo las palabras. ¿Cómo una serie de signos realizan una determinación tajante en el ser explorador? La complejidad numérica se manifiesta en el ser en si o más bien para (si). Esta aparición del se entabla mediante una serie de numerosas objeciones abstractas. Esta real comprensión de la cosa en si, que degenera la numeración original de una serie de operaciones por otras novedosas (regidas por el instinto). Se comprenden mediante a ciertas analogías de conclusión. Por ejemplo querer que todo sea en sí cero instintos. Vaciando cualquier error absoluto manejado en cifras centesimales. Los métodos de precisión son considerablemente acertados, ya que la degradación del instinto se forja mediante a otra serie de operaciones calculadas. Aun así el uso de los vanos placeres debe ser minuciosamente controlado, ya que cualquier falta de manejo del ∞ se traduce en un error absoluto menor que cero. Es entonces cualquier decisión del instinto un error de menor o mayor importancia con relación al grado de razón restado de manera real. En la segunda cuestión abordada: la palabra. Esta finge la esencia de las cosas en sus imparcialidades. Es decir, la esencia del ser en si y para si se demuestra a través de estos mecanismos de simbología. Como se refiere al instinto en esencia de su misma naturaleza. Se lo podría relacionar como una constante limitante en el orden esencial. Es decir en carácter de limitante las palabras ante el instinto no pueden ser consideradas como herramienta porque carecen del marco infinito en el que se trabaja. Traducido a la realidad se puede cometer el error de utilizar el Límite de lo esencial. El manejo de lo banal en construcciones semánticas se traduce como un nuevo camino para recuperar con incoherentes explicaciones el hábito de razón. Entonces el remedio de cualquier afección instintiva se maneja mediante a falsas explicaciones para disminuir el uso de la pasión y empezar a recorrer el camino de razón. Esto ejerce la extraña disposición infinita de no contemplar, la ilusión –palabra. Es decir que la conjugación perfecta se da por una medida en este carácter de fantasmagoría de la esencia con una serie de operaciones con el objeto de ejercer el menor error absoluto de la razón misma. Así se olvida… Luz “Todos los errores humanos son fruto de la impaciencia, interrupción prematura de un proceso ordenado” Kafka

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